Versos de Plata
- Revista Luna: VDP
- 27 jul 2020
- 2 Min. de lectura
Por: Alan Barrera
Ya está lloviendo de nuevo y desde mi ventana hay remolinos en la calle, algunos huracanes en las casas y una interminable ironía de posibilidades. Así se vive en Guatemala. Enfriando el café, con ropa mojada, una gotera, otra cerveza a la orilla de la cama. La realidad de la danza del chapín va desde el agradecimiento cómodo, a la desilusión colectiva.
En otras palabras, agradecemos por el pan que nos corresponde, nos motivamos con la soga al cuello y agradecemos por cada gota en la pila.
Y desilusión porque no hay nada que se pueda hacer.
O quizá sí. No existen los maestros, nadie está en posición para ser el hombre más sabio o la mujer más indomable. Porque nadie es eterno para escribir la verdad de las alcantarillas y los cielos.
Eso sí, sos el héroe de tu historia.
A ti te salvas del diluvio.
A ti te coronas.
A ti te mandas postales del pasado, con poesía visual o escrita.
Poesía visual cuando sonríes, porque una risa es una medicina no prescrita. Hay abrazos que terminan guerras, en tu casa o en el barrio. Cuando perdonas a un hermano, o pagas una deuda, seguido del calor en la reconciliación con tu patria o los prados.
Así es la vida en Guatemala, más libros en la gaveta.
Más basura en el patio.
Más oportunidades para respirar.
Más arte en las calles.
Y pienso que los buenos versos.
Son aquellos que siguen relucientes.
Susurrando en la oscuridad y brillando en los jardines.
Todos aquellos textos que nos dan vida, sin importar el largo o la brevedad del poema.
O si tiene tu atención o no.
Hay frases que se acomodan en el alma y no se olvidan para siempre viajar en sueños despiertos.
Mi casa tiene flores.
Tiene una vista al parque.
Tiene dos árboles de limón.
Humedad en las paredes.
Botellas de colección.
Llaveros sucios y extraviados en la casa.
Láminas rotas.
Espejos astillados.
Pastillas vencidas.
Azúcar morena.
Almohadas blancas.
Y tres pinturas sin colgar.
Y si en este momento muero, la tierra sigue igual, no me van a extrañar.
Pero hay versos, que parecen ser de plata y aún siguen llorando.
Alan Barrera
Director

Foto: Héctor Morales
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