«El hombre se duerme tarde porque espera que la madrugada le muestre que camino tomar. Así al despertar entenderá porqué algunos sueños no se han cumplido, y porqué las flores se mueren sin agua y amor». Este es el pensamiento que tengo cada mañana, desde el día que decidí ser feliz, y eso implica renunciar a todo. Siempre creemos que la felicidad es tener y cumplir nuestros sueños. Pero la realidad es que cuando menos peso lleva el caballo, más liviano es el camino al cerro. En el cerro escuchamos la voz de Dios, de la naturaleza, y eso es la vida. Y cuando fluyes junto a la vida, tus sueños se van cumpliendo sin preocuparte por los papeles. Cuando entiendes que esta vida es más espiritual que material, te liberas de esperar en conseguir un auto para ser feliz, y decides la paz porque nunca sabes cuando será tu último aliento de vida. No tiene precio un café con tu abuelo, un beso de un hermano, sentarse junto a un nacimiento de agua. Esos son momentos que no quieres que se acaben, te sientes feliz y completo. Ahí es cuando sucede la vida. Y en Guatemala todos somos amantes, pero no en el término incorrecto de la palabra. Somos amantes de esta tierra, porque nos enamoramos de algo nuevo cada mañana. De las quesadillas de Jutiapa, de las mujeres de Santa Rosa, de los árboles de Huehuetenango, de las montañas en Quetzaltenango. Por lo tanto, encuentras la felicidad a diario en este país. Así salí de casa una tarde de sábado del 2016. Me gusta caminar y para mí es normal encontrar algún viejo amigo, y así me encontré a Pablo en zona 1. Resulta que se casó y tiene dos hijos. Noté la felicidad en su mirada y eso me contagió de paz. Tenemos la misma edad, pero historias completamente distintas. Yo no tengo nada de lo que él tiene, y él no tiene lo que yo vivo cada día. Es curioso como ambos nos sentimos celosos del otro, porque siempre queremos lo que no tenemos. De alguna forma, tenemos la vida que otro sueña. De alguna forma, alguien incluso sigue nuestros pasos. Ahora mejor me duermo temprano, porque ya sé cual es mi camino. Aún no he cumplido muchos sueños, pero las flores ya tienen agua, y el amor me lo quedo yo. Algunos versos se olvidan, los que carecen de sentimiento. Algunos nunca mueren, y son los que cambian vidas. Parecen ser de plata.
Alan Barrera.
Director.
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“Amo escribir para mí y eso se convierte en “nosotros”, cuando algunos me leen. Entonces entiendo que nada es privado, esta vida la corremos todos, a distintas velocidades, pero pasando por los mismos baches. Y todos somos hermanos porque nacemos en el mismo país, en el mismo mundo y en el mismo instante.
En Versos de Plata, buscamos abrir sentimientos y reflexionar en ellos. Somos más que otro espacio de noticias culturales, somos una familia literaria que busca deleitar tu conocimiento y traer emociones entre cada letra.
Un fuerte abrazo”.
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