Por: Andrea Morán
La animación cinemática japonesa cuenta con un sin número de tesoros audiovisuales debido a sus fantásticos argumentos con temas innovadores y calidad en la producción. Tal es el caso de Koe No Katachi, cuyo título traducido corresponde a Una voz silenciosa.
Shoko Nishimiya es una pequeña estudiante de primaria que ha iniciado el ciclo escolar en un nuevo instituto. La noticia de una nueva estudiante integrándose al grupo causa intriga entre los niños de la clase y esta aumenta al momento en que, durante la presentación, la profesora hace el anuncio que Shoko tiene discapacidad auditiva por lo que únicamente se comunica mediante lenguaje de señas y un cuaderno de apuntes. Al inicio, la mayoría de los compañeros de clase muestran genuino interés en convivir con ella y cada uno se presenta anotando su nombre en el cuaderno. Las niñas se acercan en un intento de entablar amistad ya que les intriga la nueva convivencia, sin embargo, con el pasar el tiempo se dan cuenta que el ritmo de integración de Shoko es más lento debido a su timidez y falta de interacción oral por lo que inician a evitarla de manera pasiva agresiva.
Dentro del grupo de los niños del salón se encuentra Ishida Shouya, el cual se convierte en el principal agresor de Shoko ya que diariamente se dedica a molestarla de diversas maneras a pesar de que ella desde el inicio intentó entablar una relación de amistad con él. Shouya se sienta detrás del escritorio de Shoko y le grita en los oídos, golpea su cabeza, hala de su cabello y se burla de la comunicación por lenguaje de señas ya que para él únicamente son movimientos de manos aleatorios que no tienen ningún significado ya que no los entiende. Shoko intenta comunicarse con él por medio del cuaderno de apuntes, pero Shouya se lo arrebata y lo arroja desde la ventana del salón para que caiga dentro de una fuente, causando que todos los apuntes importantes se pierdan.
El resto de los compañeros de clase son testigos de los abusos diarios a los que ella es sometida pero ninguno se manifiesta en su auxilio, es más, algunas de las niñas llegan a estar de acuerdo en el trato que recibe ya que es su culpa por no saber desenvolverse con el resto del salón ya que sostienen la idea que es Shoko quien debe adaptarse a ellos y no en el sentido contrario.
Los actos de acoso llegan a un punto crítico el día en que Shouya, de manera violenta, arranca los aparatos auditivos de las orejas de Shoko y los arroja por la ventana del salón de manera que estos quedan inutilizables debido al daño de la caída. A consecuencia de esto, sus oídos de son gravemente dañados al punto de comenzar a sangrar por lo que es necesaria la intervención de un profesor. El director de la escuela se pone en contacto con las madres de ambos niños para discutir sobre el incidente. La madre de Shoko exige que se le reintegre el valor de los aparatos auditivos y acusa a la institución de negligencia y complicidad al permitir que un abusador como Shouya forme parte del cuerpo estudiantil. Finalmente toma la decisión de retirar a su hija del instituto para que deje de sufrir el constante acoso al que era sometida.
Luego de este incidente, todos los compañeros del salón señalan a Shouya como el único abusador (a pesar que algunos de los niños fueron cómplices de manera pasiva) y principian a acosarlo de la misma manera violenta; pasó de ser victimario para convertirse en la víctima. Su grupo de amigos comienza a ignorarlo, a hablar mal del él a sus espaldas, a golpearlo y a tirar constantemente sus pertenencias a la fuente del instituto. Durante seis años esa fue su rutina diaria por lo que comenzó a aislarse, evitaba el contacto visual y se volvió completamente introvertido. El acoso continuó hasta que se convirtió en un solitario adolescente y estudiante de secundaria con baja autoestima el cual era considerado como un paria por parte de sus compañeros de clase.
Shouya llegó a considerar el suicidio como una forma de redención y escapatoria a su situación, sin embargo, el recuerdo de Shoko aun permanecía en su mente y persistía el deseo de disculparse sinceramente con ella a pesar de no tener noticias suyas durante seis años. Movido por esa fuerte intención, decide acudir a un instituto especializado en enseñanza de lenguaje de señas y descubre que Shoko es una estudiante de secundaria en ese lugar. Los nervios y el remordimiento son tales que no encuentra la manera adecuada de hacer el primer acercamiento a ella, además que le intimida la idea el hecho que le guarde rencor y no desee ningún tipo de acercamiento con él. Pero, a pesar de todas las consideraciones negativas no desiste de su plan inicial y se inscribe en el curso.
Durante los primeros días se dedica a observarla de lejos y se percata que siempre está en compañía de un personaje de cabello corto que siempre usa ropa deportiva, por lo que llega a considerar la posibilidad que sea su novio. Sin embargo, su persistencia por espiar fuera del salón de Shoko no pasa desapercibida y en una ocasión es confrontado por este personaje. Shouya se presenta de manera nerviosa e intenta aclarar que no es ningún acosador sino un ex compañero de clase y descubre que tal personaje no es nada menos que la hermana menor de Shoko; Yuzuru Nishimiya. Ella al instante reconoce el nombre de Shouya como el abusador de su hermana y le exige de manera inmediata que se aleje de ella ante la amenaza de denunciarlo a la policía. Sin embargo, él intenta convencerla de que está arrepentido y únicamente desea expresarle a su hermana sus más sinceras disculpas. Yuzuru no está dispuesta a ceder por lo que le golpea y cierra la puerta del salón para evitar que vea a su hermana.
Durante los días siguientes, Shouya asiste al curso de manera constante y mantiene la esperanza de poder encontrarse con Shoko de manera casual y sin la interrupción de Yuzuru. En una oportunidad en la que caminaba distraídamente por uno de los pasillos, se topa de frente con una chica y sus libros caen al suelo. Él le ayuda a recogerlos y cuando hace contacto visual se percata que se trata de Shoko. Es tanto su nerviosismo que comienza a tartamudear y en un intento de explicarle su presencia en el lugar. Finalmente opta por la opción desesperada de realizar la seña indicativa para preguntar si se desea entablar una amistad, ante la cual Shoko se muestra un poco confundida y no responde inmediatamente. Sin embargo, le dedica una sonrisa completamente inesperada por lo que Shouya siente un atisbo de esperanza al considerar la posibilidad de obtener su perdón.
Durante los días siguientes Shouya procura tener pequeñas interacciones con ella para demostrarle su avance en el lenguaje de señas y se percata que Shoko muestra un sincero interés por relacionarse con él y no parece tener resentimiento por sus acciones pasadas. Inician a formar una pequeña amistad y Shouya se percata de los desafíos cotidianos a los que se enfrenta una persona con discapacidad auditiva en la sociedad y empatiza del todo con ella, mostrándose aún más arrepentido por sus crueles acciones en el pasado.
A consecuencia de las diarias interacciones entre ambos, comienzan a desarrollar un vínculo más cercano ya que son pocas las personas con las que Shoko puede conversar de manera fluida debido a la limitante del desconocimiento al manejar el lenguaje de señas. Yuzuru desconfía de las intenciones de Shouya pero conforme le va conociendo y ve las interacciones que tiene con su hermana decide darle una segunda oportunidad y lo incluye en su círculo familiar.
No pasa mucho tiempo para que los compañeros de clase se enteren de la interacción entre Shoko y Shouya y comiencen a cuestionar la motivación de esta. Naoka Ueno, quien fue parte de las agresoras durante la primaria, se muestra principalmente molesta por el acercamiento de ambos y decide tomar acción en contra que sigan viéndose. Cita a Shoko en un lugar para hacerle saber que su relación con Shouya era perjudicial ya que él no debía relacionarse con ninguna persona discapacitada porque esto dañaría su reputación y ella únicamente buscaba causar lástima a raíz de su sordera para que las demás personas tuvieran acercamiento. Asimismo, le hace saber que una persona como ella nunca encontrará un lugar funcional en la sociedad y que es mejor que deje de intentar encajar ya que no hay nadie que esté dispuesto a aceptarla. Estas declaraciones causan un gran impacto negativo en Shoko provocando que se deprima ya que ella misma había tenido este tipo de pensamientos a lo largo de su vida.
Shoko decide crear un último recuerdo grato antes de ejecutar el plan de acabar con su vida y decide asistir con Shouya a un festival de verano en el que habría fuegos artificiales. Durante la actividad ella agradece el tiempo que han pasado juntos y le dedica una gran sonrisa antes de despedirse y marcharse a su casa. Sin embargo, Shouya decide hacerle una visita ya que tiene un mal presentimiento por su comportamiento. Al cruzar la puerta, se percata que Shoko se encuentra de pie al borde del balcón y se apresura para evitar que lleve a cabo su plan de suicidio. En una escena muy conmovedora logra evitar que ella caiga y la coloca a salvo al borde de una cornisa, sin embargo, ya con las fuerzas debilitadas es él quien termina cayendo del balcón.
A pesar de la gravedad de sus heridas, Shouya sobrevive y es internado en el hospital. El incidente llega a oídos de sus compañeros de clase por lo que, en su mayoría, deciden ir a visitarlo y le ofrecen una disculpa por todas sus malas acciones pasadas. La madre de Shoko ofrece una máxima reverencia a la madre de Shouya en la que agradece el sacrificio de este hacia su hija y al mismo tiempo se disculpa por la imprudencia de la acción de ella lo cual los llevó a todos a tal situación.
Finalmente, luego de un largo período de recuperación, Shouya se reintegra a sus actividades escolares y a través de la senda de redención, empatía, amistad y finalmente amor que compartió con Shoko logra encontrar un verdadero sentido a su existencia.
A través de este argumento se busca visibilizar los retos sociales a los que se enfrentan los niños y adolescentes con algún tipo de discapacidad. Los presenta como potenciales víctimas de acoso y violencia escolar debido a la falta de información sobre su condición y la negligencia de los educadores directivos. Asimismo, se desarrollan las consecuencias de estos actos discriminativos, las cuales pueden desembocar en depresión, aislamiento, falta de capacidad de sociabilidad y pensamientos suicidas.
A pesar del panorama desalentador al inicio de los hechos, también se desarrolla el camino de la redención a través de la inclusión y la empatía. Se plantea la idea de acercamiento a través de la adquisición de herramientas específicas que se acoplen al individuo que los necesite y así desarrollar un acercamiento a la cotidianidad en la que este vive.
Finalmente se busca plantear un escenario en el que, a pesar de las diferencias, sea posible una convivencia amena que esté movida por el respeto y la solidaridad hacia todos los individuos sin importar nada más que su esencia personal.
©️ Andrea Morán
Columnista Luna
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