Bien dicen que los Latinoamericanos vivimos en países sin cultura. Donde un porcentaje muy mínimo no toma un libro y lo lee. No se prepara, no estudia. Espera mucho de otros. Realmente, podemos decir que esa es la visión que tenemos en el ámbito general.
No podemos decir que somos pueblos sin cultura, porque, a pesar que muchos de nuestros conciudadanos viven a la deriva, esperando llegar allá donde el viento del destino los lleve, sin conocer su rumbo y su camino. La cultura es algo que va inherente en el alma humana.
Si recordamos la etimología del término cultura viene del latín sembrar. Entonces, siguiendo esta premisa, si somos pueblos sin cultura, no tenemos nada sembrado dentro de nosotros y, por ende, no podremos florecer ni dar frutos. Entonces, por consiguiente, podemos decir que la cultura no solo está en los libros, en el arte y en sus diferentes manifestaciones, sino también en las costumbres y valores que los pueblos profesan.
Existen muchos movimientos que buscan rescatar esas semillas sembradas en la antigüedad por nuestros nativos y primeros pobladores. Ese conocimiento ancestral que se ha arraigado dentro de nuestra piel y que se muestra en el brillo de los ojos. Y, aunque no cuentan con apoyo de las autoridades, sienten esa necesidad y deber cívico el de rescatar las tradiciones, la historia y las raíces de los pueblos antiguos.
Bien decía el filósofo Sócrates en sus diálogos que aprender es recordar, y cuando recuerdas vuelves a la vida. Recordar es otro término que se divide en dos: re- cordar, volver al corazón, y cuando recordamos la cultura, la historia, volvemos a las raíces más recónditas dentro de nuestra mente, en el último reducto de la imaginación.
Los docentes que tienen la vocación de enseñar la lecto – escritura en las escuelas, y tienen maneras muy creativas para enseñarla, han observado con tristeza – y quien escribe esto también ha sido testigo de ello – que los padres de familia no permiten que sus hijos se desarrollen en las ramas del arte, con la premisa “que se van a morir de hambre” invalidando sus deseos y sus sueños con la idea que “tienen que estudiar para ser alguien en la vida.”
Nada más alejado de la realidad. En el momento histórico que vivimos, hay muchísimos niños que tienen la sed de aprender y de estudiar. No para ser alguien en la vida porque instintivamente saben e intuyen que ya son alguien. Si no, para ampliar su conocimiento, ampliar su léxico y conocer su entorno.
Bien se dice en esta historia que se cita textualmente en una de sus versiones: “Una mujer tira su basura en la puerta de su vecina, la vecina toma la canasta, bota la basura, la lava, la llena de manzanas y la lleva a la puerta de la vecina ofensora, con una nota que se lee: en esta vida cada quien da lo que tiene.”
Con este ímpetu y necesidad de rescatar la cultura y el arte, de dar sin medida, nacen proyectos como “TE PRESTO UN LIBRO GRATIS”, un proyecto que ha cruzado fronteras. Idea original del poeta, escritor, periodista y gestor cultural Elvis Herrada Erquiaga. Su labor periodística y literaria lo ha llevado a conocer los lugares más recónditos de la cuna del imperio Inca, el Perú. Ha demostrado con ese impulso que le caracteriza, el dar a los demás lo que él recibió.
Existe el dicho que dice: “es tonto quien presta un libro, pero lo es más quien lo devuelve.” Y, aunque no está muy alejado del paradigma general, este tipo de proyectos busca romper con ese estereotipo mental con que la mayoría de gente ha crecido.
Cabe mencionar que hay muchas actividades aleatorias a esta idea principal, llevar la lectura y el estudio a las comunidades más desposeídas, y dar un atisbo de luz ante la situación de salud que se vive, de violencia, corrupción y delincuencia. Que sepan que, a pesar de la adversidad que es parte de la vida, siempre habrá una luz de esperanza que los guiará hacia aquello incandescente al final del túnel, y que, en medio de todo lo gris y obscuro, saber y recordar que la vida también tiene muchos matices de colores. Solo es cuestión de saber como encontrarlos, y este proyecto busca llegar a ello, creando bibliotecas en esas comarcas alejadas de la tecnología y la educación institucional, pero con nuevos brillos en la mirada y otra visión de la vida.
©️ Claudia Figueroa
Columnista Luna
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