«El único modo de salvarse del abismo es mirarlo y medirlo y sondarlo y bajar a él, Cesare Pavece» (Saturno, 2017, p. 7). Saturno es una novela breve de Eduardo Halfon, fue su primer libro publicado (2003) y luego no hace mucho con una segunda edición (2017). Puede ser un escrito breve pero tiene esencia de intensidad, de frenesí en cada una de sus líneas. Es un relato escrito en segunda persona, se vierte como una carta de lo más icástica y extensa hacia un padre, el narrador a modo de monólogo, se suma en un ensimismamiento profundo, en el cual rompe el silencio del dolor que le ha causado su padre, la forma de tratarlo y la relación filial con su padre desde su niñez hasta la edad adulta. El narrador protagonista sugiere un delirante recorrido a través de los suicidios de escritores, relato que nos lleva a un abismo de la profundidad humana, en que en cada una de las circunstancias y forma de suicidio nos lleva a modo de circularidad hacia el fondo de ese abismo e infinito del ser que conlleva al acto del suicidio. Inicia con el itinerario con los escritores que se suicidaron por sobredosis, como Jack London, Malcolm Lowry, R. H. Akutana, Alejandra Pizarnick, Andres Caicedo, Sara Tasdale y Stefan Zweig, Horacio Quiroga, Manuel de Acuña, George Sterling, Charlotte Mew y Leopoldo Lugones. Pero, lo que realmente es singular es cuando el protagonista nos lleva hacia otra senda, donde conduce hacia la relación filial entre los escritores suicidas y sus padres, así refleja la relación que el escritor (protagonista) ha tenido con su padre desde que es niño. Si bien las vivencias y relaciones entre los escritores y sus padres no son exactamente las mismas, pero existe cierta conexión porque cada uno coincide con el suicido. Durante todo el relato el protagonista, escucha voces. Son las voces de los escritores que se han suicidado, voces que van relatando a modo de conversación los suicidios de otros escritores.
Tiemblo de curiosidad. ¿Por qué no tomas mis manos? ¿No quieres besarme? ¡Oh, Muerte, permíteme, sumergirme entre tus brazos como bajo el remolino devastador de una negra catarata!, Klaus Mann.
El primer de los escritores invocados es el alemán Klaus Mann, la relación con su padre fue difícil porque tan solo su basta presencia lo hacía opacarse como escritor, lo cual el mismo padre se lo hacía ver, esto le parecía el más grande de los insultos, los críticos decían que el nivel estético de sus obras no llegaba al nivel de su progenitor. La presencia de su padre se convirtió en un suplicio y una carga literaria. Se vierte ligado a la presencia/ausencia del padre del protagonista, aduce que a pesar de convivir juntos parecía que ambos pasaban desapercibidos, el único momento cuando se notaba la presencia del padre era cuando insultaba a su hijo.
«Sufrió de una figura paterna demasiado presente de una sombra cuya oscuridad lo terminó opacando, yo padre sufro por su ausencia» (Saturno, 2017, p. 13).
No hay ni siquiera un veneno accesible que llevarme a la boca, Vachel Lindsay.
Vachel Lindsay, rapsoda estadounidense, considerado como el último cantor errante. Ambos escritores tanto Lindsay como el protagonista tuvieron un padre autoritario, a Lindsay siempre le causo miedo su padre. Mientras el protagonista recuerda al padre como un hombre que daba solo órdenes, y consigo un vago recuerdo, la imagen de un hombre mandando donde debía sentarse cada uno de sus hijos. Los dos escritores en algún momento determinado decidieron optar escapar del hogar, y buscar la literatura, las letras, como refugio, donde el padre no podría llegar.
«¿Estaría huyendo quizás, de la autoridad absoluta de un padre (medico evangélico y estricto disciplinario) quien, según sus poemas, lo atemorizó e intimidó durante toda su niñez? Su autoridad, padre, era incuestionable» (Saturno, 2017, p. 13).
La vida de cada hombre termina de la misma manera. Solo los detalles de cómo vivió y cómo murió distinguen a un hombre de otro, Ernest Hemingway.
El escritor y periodista estadounidense Ernest Hemingway, El padre de Hemingway fue tan cercano a él, y su hijo pude sentir el calor paternal y además compartió sus aficiones. Contrario al padre del protagonista, un padre que nunca se acercó ni compartió con su hijo, a quien este le recrimina, su indiferencia, su apatía, sin consideración de un legado afectivo. Sin siquiera interesarse por su vida, sus amigos y su profesión.
Hemingway heredó bastante de su padre. Su amor por la caza y la pesca, su trato para con las mujeres, su conducta estoica. Pero, sobre todo el viejo Hemingway le enseñó a su hijo a morir… ¿Qué me enseñó usted a mí, padre?» (Saturno, 2017, p. 21).
Morir es un arte, como todo. Yo lo hago extraordinariamente bien, Sylvia Plath.
La poetisa estadounidense Sylvia Plath, se suicidó asfixiándose con gas. Su padre murió cuando tenía diez años, se cree que no superó su muerte. El protagonista implanta los versos del poema Daddy (Papi), utilizando versos dispersos para expresar el sentir junto a Plath, que en alguna ocasión quizá rezó por su padre, pero nunca pudo hablarle y expresarse abiertamente porque siempre había una tendencia de miedo hacia su padre el último verso ambos escritores concuerdan que su padre fue un infame.
«Otro vacío que siempre quedo vacío, I used to pray to recover your, le escribe a el Plath, le escribo a usted yo, I could never talk you, le escribe a él, le escribo a usted. I have always been scared of you, le escribe, le escribo. Daddy, daddy, you bastard, I’m through, escribimos juntos» (Saturno, 2017, p. 26).
Hay que viajar a la dirección de nuestro miedo, John Berryman.
John Berryman fue un poeta estadounidense, cuando tenía doce años supuestamente su padre se suicidó. Berryman escribió Dream Songs, fue una larga oda dedicada a su padre, porque sus versos los dedicó solo para él. Pensaba constantemente en el suicidio, desde la adolescencia y tiempo después el suicidio siempre estuvo en su mente. Ambas acciones son comunes con el protagonista, este también escribe para su padre, y se la pasa reflexionando y pensando constantemente en suicidarse.
«Yo también, padre, pienso continuamente en el suicidio» (Saturno, 2017, p. 32).
En la borda, el sabor a salitre me llama a ser océano, Harold Hart Crane.
Harold Hart Crane poeta estadounidense, constituyó que entre él y su padre en vez de amor había una relación de odio filial. Su odio comenzó por la violencia verbal hacia su madre y su ausencia paternal, sus negocios eran más importantes que su familia, su odio siguió creciendo por la actitud adversa de su padre porque él era un poeta. El protagonista tiene un vínculo con Crane, es otra semejanza entre escritores, en el monólogo el protagonista se estremece en frustración al reconocer que su padre también se burlaba de su trabajo literario, la constante vergüenza por la vocación de su hijo solía decirle a sus amigos que era un ingeniero o abogado.
«De niño, en Ohio Harold Hart Crane ya lo odiaba. Odiaba cómo trataba a su a su madre (sus gritos violentos le provocarían a ella un colapso emocional y mental). Odiaba su negligencia hacia la familia, su ausencia paternal, pues era ante todo un hombre de negocios demasiado ocupado. Luego, de adolescente, odiaba la hostilidad de su padre hacia la poesía: decía el que era una vocación afeminada» (Saturno, 2017, p. 39).
La vida es sueño; el despertar es lo que nos mata, Virginia Woolf.
El padre de Virginia Woolf, Leslie Stephen fue editor y crítico literario recibió un doctorado honoris causa de Harvard y otro de Oxford, Virginia heredó su amor por la literatura, para ella su padre era un gigante. Ambos amaban la literatura, caso contrario del protagonista porque su padre nunca leyó ninguno de sus textos y menos algún interés literario, el padre nunca pudo comprender en cada una de esas líneas escrita por su hijo, fueron el desahogo de su dolor.
«Usted nunca me leyó, padre… Nunca pudo comprender que mi escritura era toda sobre usted; todo lo que allí hice padre, fue llorar lo que no pude llorar sobre su pecho» (Saturno, 2017, p. 50).
Todos los caminos conducen a la putrefacción negra, George Trakl.
George Trakl austríaco, era un poeta triste. Desde niño mantuvo la tendencia al suicidio, a los seis años se sumergió a un río congelado, a los diez se lanzó entre caballos galopantes y a los trece se lanzó a un tren en marcha. Su padre nunca tuvo tiempo para él. El padre del protagonista tampoco dedicó tiempo a su hijo, su trabajo estaba por encima de todo. Por eso le recrimina cuestionando a su padre, si recuerda su niñez y su adolescencia, reprime la gran ausencia del padre, el cual nunca tuvo tiempo, nunca entendió que su hijo tenía la necesidad de tener un padre, que implica una relación amena entre padre e hijo.
«¿Para qué, padre, tanto negocio? ¿Recuerda usted mi niñez, padre? ¿Recuerda usted a su hijo creciendo, jugando, trepando a un árbol? Su negocio lo era todo siempre» (Saturno, 2017, p. 56).
La dificultad de suicidarse está en esto: es un acto de ambición que sólo se puede cometer cuando se ha superado toda ambición, Cesare Pavece.
Cesare Pavece fue uno de los escritores italianos más importantes del siglo XX. Su padre murió cuando era niño, siempre estuvo obsesionado con la idea del suicidio. El protagonista también piensa constantemente en suicidarse también el suicidio es su obsesión.
«Saben ustedes, oigo padre, que Cesare Pavase lo llamaba su «su vicio absurdo». ¿A qué? Pregunta otra voz. Al suicidio, estaba obsesionado con la idea del suicido» (Saturno, 2017, p. 57).
Una vez Mark Twain dijo: La historia no se repite, pero rima, ciertamente las historias de vida de estos escritores no es la misma, algunos han tendido una relación exacerbada con sus padres, otros unos lazos estrechos de amor y amistad filial, otros no pudieron convivir con su padres porque murieron o se suicidaron (hecho que algunos heredaron), ninguno tiene una biografía parecida, pero, todos se asilaron en la literatura, siendo la escritura un escape a sus tormentos, todos fueron llevados al abismo del suicido, y con ello la coincidencia del deseo de morir, y la realización del acto como una forma liberadora. Tal como lo decía y lo dice la voz de Artaud «Si me mato no es para destruirme, sino para reconstituirme…»
Carmen Tocay
Editora y Columnista
Escritora
Bibliografía Halfon, E. (2017). Saturno. Guatemala: Sophos.
Imagen tomada de :
https://www.goodreads.com/ok/show/25043339-esto-no-es-una-pipa-saturno
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