Un homenaje a través de mis letras.
Locomapa, es un sector muy grande, compuesto por muchas aldeas o comunidades, que pertenecen al municipio de Yoro, del departamento de su mismo nombre, situado en Honduras.
Hace mucho tiempo, en el 2013, la vida me dio la oportunidad de poder conocer, estando allí un año, gracias a la misión que realiza la Compañía de Jesús he invitado por el sacerdote jesuita Mario Miguel, quedando fascinado por haber descubierto recónditos y majestuosos lugares. Pude compartir, recorrer, muchas comunidades; como Hacienda Vieja, El Ocotal, Ocotalito, Mezcales, San José de los Guares, Piedra Gorda… andaba caminando, otras veces en carro, en bus o hasta pidiendo jalón, fue una grata experiencia, espero pronto volver.
A los jóvenes los veía armar sus potras (jugar futbol), trabajar y estudiar, a los niños igual, a los abuelos contando anécdotas, dando consejos y demostrando su sabiduría alcanzada.
La gente me compartía su fe, su conexión con Dios, sus luchas, sus sueños, me compartían también sus alimentos, y me daban de tomar por las mañanas y las tardes café, me hospedaban en sus casas o si no me quedaba en la casa cural ubicada en El Ocotal, que casi permanecía sola.
Aunque hay mucha pobreza en unos lugares más que otros, siguen luchando, confían mucho en el Creador y se saben ayudar.
Su gente es muy religiosa, practicante la mayoría de la fe cristiana católica y otro pequeño grupo que va creciendo es de nuestros hermanos de las iglesias evangélicas, es interesante y vale la pena recalcar que se respira un ambiente de tranquilidad, de armonía y se dejan a un lado las diferencias y se ven todos como familias.
Allí sus pobladores se dedican con mucho afán a la agricultura, principalmente a la siembra de maíz, frijol como lo hace mi amigo Isaías y a la producción de café que se cultiva suficiente en los Guares y mi amigo Audelio se ocupa con tanta dedicación a esta actividad. Otros se desenvuelven en la ganadería como lo suele hacer Beto Medina en El Ocotal.
Te encuentras con personas muy admirables, que se deberían de imitar.
Nery Medina, es un ejemplo de ellas, es una mujer que admiro y quiero mucho, por su liderazgo, por su inteligencia, por su bondad que la caracteriza, por donar su tiempo, su vida a las luchas sociales, especialmente en pro del medio ambiente, en defensa de los árboles en su comunidad.
Y así hay muchas personas que pude conocer, que son muy serviciales, atentas, que poseen numerosas cualidades, como Chusita, que le llamamos de cariño, Chila, Chilita, Yubisa, Isabel, Yolanda, hermana Blanca Núñez, hermana Alba, Noelia, Adelita, Bessy, doña Concha, todas ellas de la aldea de El Ocotal; Virginia, mamá Cristina en Piedra Gorda.
Ricardo, Seferino, Maritza, Gricelda en Mezcales, Olivia, Lupita y Anita, que es evangélica, pero parece más católica, tiene un gran respeto por los que profesan el catolicismo, escucha Radio Progreso y las homilías del Papa Francisco y es muy querida en su aldea de San José de los Guares.
Bella Luz y su familia en Ocotalito, son no más algunos ejemplos de personas maravillosas que pude encontrarme en el camino.
En sus casas se han atendido una gran cantidad de seminaristas y misioneros.
Hablar de Locomapa es conservar en mi corazón y tener presente en mi memoria a su gente; a los ladinos, a la tribu tolupán, a los que causan alegría en el hogar; a los niños, a sus bosques de pinos, a sus veredas, a sus ríos, a sus mujeres laboriosas.
Por eso, para mí, realmente Locomapa, es un tesoro escondido donde no todos han tenido, la bendita oportunidad de conocer y explorar, allí prevalece el encanto y el misticismo, te das cuenta de las obras maravillosas que Dios sabe crear, Locomapa es un trozo de cielo que cayó en Yoro, con elementos de amor, de paz y de fraternidad que se supo bien formar.
En un poema y en unas fotografías quedan indicios de mis experiencias vividas y de lo hermoso que son estos espléndidos rincones de las montañas de Locomapa, Yoro.
Llegar a Locomapa
Llegar a Locomapa; es degustar del aroma exquisito de su café al atardecer y a buena mañana.
Es absorber las fragancias que desprenden las flores. Es admirar el encanto de sus hombres y mujeres.
Es percibir el canto de las aves, es bañar en sus ríos, montar a caballo, conversar con la sabiduría de los abuelos. Sentir la tranquilidad de sus montañas.
Llegar a Locomapa; es adentrarse a sus aldeas de El Ocotal, de San José de los Guares, Ocotalito, Piedra Gorda, Mezcales y muchas otras más.
Es sentir la frescura de sus vientos que ofrecen sus bosques y contemplar la belleza que poseen sus paisajes, es percibir una temperatura favorable y la lluvia que cae.
Es degustar sus ricas tortillas de maíz, recién salidas del comal. Sus frijoles que brotan de su tierra fértil. El delicioso queso, la crema y la leche derivado de su ganadería.
y el pan hecho en casa, saliendo del horno artesanal.
Llegar a Locomapa; es experimentar la calidez de su gente; tan bella, humilde, luchadora, hospitalaria y servicial.
Es reconocer la sonrisa, la inocencia y la alegría de sus niños. Es también encontrar entre sus residentes una verdadera amistad.
Llegar a Locomapa; es encontrarse con Dios, con un pueblo bondadoso y lleno de fe.
Por Alfredo Molina
Columnista y poeta
09/10/20 Ciudad de Guatemala
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