I
Alicia:
No eras figura retórica de necios en vicios, de las locuras de la mente, de las ilusiones y maravillas de una vida en países de locos. Alicia, vos eras el verbo de la verdadera amistad en la floreciente adolescencia. Eras la hermana de sangre incompatible, huérfana de primogénitos, pero no de esperanzas.
Tu futuro se vio manchado con la amenazante marca de tu nacimiento. Un eclipse que llevó a tu persona a ser la del lunar en su destino. Alicia, el camino de tu vida era un laberinto. Tus decisiones eran tan escurridizas que se salían de tus manos y con los años tus piernas no aguantaron el esfuerzo de tus andanzas. Pero tu mente, Alicia, hizo que olvidaras quién eras.
Vos, que siempre acompañabas mi torpeza con palabras de aliento. Te morías en vida por no lograr ganarle a la desdicha. Alicia, que fuiste víctima de los peores demonios del hombre. Vos, cuya propia manada la abandonó en un bosque lúgubre y pantanoso. Me hiciste sentir la impotencia en todos los vellos que cubren mi piel. Me habría arrancado el alma con tal de salvarte de un destino cruel. Pero algo oscuro pactó de antes la condena. Alicia, sólo vos podías salirte de allí ¿Pero cómo quieren que escapés, si te vigilan todo el tiempo? Además de eso, quiebran tu espíritu como a una yegua.
Alicia, lamento no haber impedido que te hicieran daño. No estuve en tus momentos más oscuros y eso me hace ahogarme en las lágrimas. Alicia, ¿cómo puedo llamarme tu amiga si pasé meses sin saber de vos? No sabía que estabas vagando en Alaska, con el hielo hasta las rodillas. Sobreviviste con la misma capa que llegaste al mundo; cubierta de tu propia piel, de la misma que se burlaron los más ignorantes, esa que usurparon piratas patriarcales.
Alicia, te perdiste en una tormenta de nieve. Dejaste de ver quién eras realmente. A tu alrededor te tendían las manos. Pero en el fondo, sólo eran para señalarte. Alicia, han pasado siglos y sigo sin encontrarte. No sé si seguís aguantando en esta existencia o si nos has dejado. No sé si tu camino se enderezó en algún momento. No puedo olvidar la última vez que hablamos. Esa en que creí que el final estaba llegando. Alicia, dame una señal de vida. Pero decime no sólo que respirás, quiero saber si en verdad la felicidad está con vos y si te sentís lista para iniciar de nuevo. Decime, si no, que has partido, pero que tus castigos, donde estás, no son ni la mitad de lo que sufren quienes te llevaron a ese destino.
Foto: Volkan Olmez on Unsplash
Mayevi Hadith
Editora y columnista
Guatemala, 2021.
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