Quizás no volvamos a nuestros sitios
rotundos como vuelven del cansancio
las aves migratorias,
pero estas manos que se cansan de
esperar tus manos sacudirán sus alas
en las faldas de la noche.
Todo pasa como pasa el relámpago
huérfano del rayo, toda experiencia
humana cabe en el cesto abandonado
del tiempo, y la sonrisa de un pájaro
que inverna no es inferior a los
aplausos de aquellos que recogen las
migajas de un momento.
Pero el tiempo que nos quede en el
ínfimo desierto de la duda será el
momento más sagrado que alimente
los cristales de todos los momentos
que fueron fuego líquido en las
entrañas del amor que adormilamos.
Carlos Interiano
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