EL ARTE PARA VIVIR
Sofía Rozotto Jueves 1 de Octubre 2020
El arte vino a mí, él me escogió. Yo solo lo recibí y lo acepté como parte de mí. Soy solo una pequeña persona a la que le palpita el corazón por el arte. Palpar, sentir, vivir el arte…
Es difícil saber con exactitud en qué momento y gracias a qué, o a quién el arte llegó a impregnarse en mi piel. Supongo que agradezco a mis parientes, al universo y a Dios. El arte venía ya en mis venas mucho antes de haber nacido, solo tenía que encontrarlo en la vida. Comencé desde chiquita, experimentando con todo, probando de todo. Comenzó el gusto de la lectura gracias a mis padres y a las tareas “obligadas” que dejaban en el colegio, me leía por completo los libros para niños de la editorial El barco de vapor y me fascinaba siempre las clases de lectura. Mi primer autor ya más formal fue Julio Verne y cuando entré a la adolescencia leía a Gabriel García Márquez. Y desde ese entonces he leído de todo y sentido de todo. Hasta he escrito durante estos últimos 3 años.
Comencé con la música, el talento musical estaba ahí, mi maestro me dijo que tenía un buen oído. Que podía reconocer las notas musicales del piano solo con escuchar, ya desde muy pequeña. Al momento de ejecutar los instrumentos con mis pequeñas manos mi cuerpo se llenaba de electricidad y mis ojos se llenaban de brillo, sabia que tenía que seguir haciéndolo. Con el paso de años fui creciendo, adquiriendo más conocimientos y experiencias. Ejecutando más melodías, conociendo el sonido y aroma de los instrumentos. Llegó un tope en mi carrera musical, tuve que dejarla por varios años. Estaba herida, sentía que la música me había traicionado y que volver a sentirla me haría recordar los días grises. Pero aún era solo una niña. En ese proceso de transición me encontré con muchas formas y tamaños de expresión del arte. Empecé a pintar y a dibujar en el colegio. Me llenaba de alegría sacar buenas notas por algo que me gustaba y hacía bien. Aun tengo guardado cada dibujo y pintura que realicé siendo una niña en camino a la adolescencia. Luego de varios años empecé a ser autodidacta, ya que me había dado cuenta que todo lo que yo creaba me daba vida y luz.
Empecé a experimentar con otros instrumentos, empecé a cantar de manera principiante, cuando viajaba me gustaba ir a conocer los teatros, museos y bibliotecas. Veía shows de arte en donde mi alma entera quedaba fascinada con todo lo veía, escuchaba y sentía. Y sentía tanta envidia. Quería ser la que estaba viviendo eso en el escenario. Y lo he logrado, desde pequeña tuve presentaciones de música, danza y poesía. Cuando empecé mi juventud empecé a meterme como voluntaria a diferentes organizaciones de arte y galerías. En donde adquiría conocimientos, gestionaba para apoyar a los proyectos y a las actividades artísticas. Y me llené de tanta vida, luz, de tanta felicidad. Que sabía que tenía que hacer mi parte en este mundo. Y tratar de hacer las cosas bien para ayudar a los demás. Empecé creando mi propio proyecto de arte para apoyar y promover a los artistas nacionales y a los nuevos artistas ofreciéndoles una oportunidad de darse a conocer, seguir promoviendo el arte y la cultura del país y conservarla, que es algo tan esencial. Yo que había sentido esa falta de apoyo, ese desaliento. Por eso quería ser yo quien diera ese granito de arena para seguir conservando el arte y la cultura.
Vienen más proyectos para mi carrera artística y más proyectos para los demás, estoy segura de eso.
Foto: Flavio Muñoz
Toda mi vida ha estado llena de experiencias gracias a todos los lugares a los que he explorado el arte, gracias a todos los artistas que me aportaron conocimientos y a todas las personas que aún creen en que el arte puede hacer del mundo un mejor lugar. El arte es mi pasión, mi vida y mi tiempo. El arte es lo que me da vida, lo que hace palpitar mi corazón. Lo que llena y cura mi alma. Y es por lo que yo estoy viva y para lo que yo nací.
Varias veces he dejado por un tiempo mi arte. Y cuando lo hago, siento que una parte de mi muere. Y me quedo muy vacía y sin ser quien yo soy. Y dentro de mí algo me pide a gritos que vuelva. Que coja ese pincel y empiece a pintar, que escriba en mi libreta lo que necesite expresar o qué simplemente vuelva a lo que yo soy, arte. Yo soy arte. No puede existir una Sofía sin arte. Es la esencia de lo que yo soy, lo que seré y lo que sembraré en el mundo. Me hace feliz. Esta es mi vida. Es lo que soy. Y no cambiaría nada de lo que yo soy, no sería nadie más que yo misma. Una artista colombo-tica-guatemalteca.
Sofía Rozotto
Editora y columnista en Revista Luna
Escritora y gestora cultural
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