Por Jonathan Olivares.
"Cambio a Santa por Cupido,
los regalos secretos por las rosas,
los besos de muérdago por los chocolates
y cambio tus manos por las mías.
Cambio tu cuerpo,
cambio el mío,
cambio las palmas
y también las garras.
Cambio tus mentiras y tu perfección
por mis inseguridades y mi abrigo.
Cambio tu temperamento y agresión,
por mis abrazos y mis llantos.
Cambio la Navidad por san Valentín,
solo para ver a otros más felices que yo,
solo para sentir de nuevo la alegría,
solo para seguir existiendo.
Cambio el ponche por el vino,
los tamales por los bombones,
y cambio tus mordidas
por mis toques nocturnos.
Cambio las heridas por agujas,
cambio las rosas por girasoles,
te cambio a ti
y me cambiaste a mí.
Cambio mi apariencia,
mis pensamientos,
mis comidas favoritas,
solo para que alguien cambie mi vida.
Que la cambie y me haga feliz,
que la cambie y me rocíe de juventud,
que la cambie y me ame de nuevo,
pero no tanto como para dejar de hacerlo yo.
Cambio todo,
y me quedo en las mismas:
una semana para san Valentín
y estoy esperando tus cartas.
Estoy esperando tus besos,
tus gritos y tus lamentos,
estoy esperándote
porque cambiar no es lo mío.
Nuevo año, dicen.
Pero todo es la misma paleta gris
una y otra vez,
una y otra vez.
Sin cambios.
Navidad y san Valentín,
dan lo mismo porque
tú me cambiaste a mí.
Sin cambios.
Rosas y chocolates,
dan lo mismo porque me dañan a mí
y te dan el poder a ti.
Sin cambios,
pero como que nada es igual,
es cíclico,
año con año.
Cambio las luces navideñas,
por mi mente volando en el techo
y llega san Valentín
solo para que veas lo mucho que cambié
por ti".
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